Se emborracharía con la cerveza igual que al otro lado.
Podría domarse un paracetamol para el dolor de cabeza a la mañana siguiente.
Tendría que aprender a conducir con el volante al otro lado y a manejar los trastes de la guitarra con la mano derecha.
Las naranjas le olerían a limón, y los limones, a naranja.
Moriría de desnutrición.
De tomar levodopa para el párkinson, ni hablamos.
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